miércoles, 14 de octubre de 2015

PREGUNTAS QUE DEBES ENCONTRAR EN EL TEXTO.

1.    • ¿En qué fechas sucedieron los acontecimientos?
2.    • ¿Cómo se llaman los científicos principales de los que trata la lectura?
3.    • ¿Cuál era su país de origen?
4.    • ¿Cuál era su profesión y que intentaban hacer?
5.    • ¿Qué criterios utilizaron para clasificar los elementos químicos?
6.    • ¿En qué fecha publicaron cada uno su trabajo?


TABLA PERIODICA –
UNA HISTORIA COMPARTIDA

Algunos químicos intentando establecer un orden en la lista de los elementos que se conocían hasta ese momento (63 elementos). Cerca de 1870 lo intentaron independientemente dos; a saber, el alemán Julio Lotario Meyer y el ruso Dimitri Ivanovich Mendeleiev. Sin entrar en detalle, Meyer hacía uso del volumen atómico y Mendeleiev de la valencia. Los dos notaron que cuando los elementos se disponían por orden de masas atómicas, las demás propiedades, tales como el volumen atómico y la valencia, aumentaban y disminuían en un orden determinado, es decir en forma periódica. Reconocieron también que el período de aumento y disminución no comprendía siempre el mismo número de elementos; al comienzo de la lista el período era de siete elementos, pero después se hacía más largo. Tanto Meyer como Mendeleiev consiguieron publicar su trabajo. Mendeleiev logró hacerlo imprimir antes y lo publicó en 1869, mientras que Meyer lo publicó en 1870. Así y todo, los dos podían haberse repartido el crédito, si no hubiesen seguido orientaciones tan distintas. Meyer era tímido, nada deseoso de comprometer su carrera científica adelantándose demasiado a las líneas frontales, presentó sus conclusiones en forma de gráfico. No aventuró interpretaciones; dejó hablar por sí mismo al gráfico, que habló en voz muy baja. En cambio Mendeleiev construyó una  «tabla periódica de los elementos»,

Si un elemento parecía ir a caer en una columna que no le cuadraba, lo corría a la siguiente, dejando un hueco. ¿Cómo explicar esos vacíos? Mendeleiev indicó audazmente que era obvio que no todos los elementos estaban descubiertos aún, y que cada vacío correspondía a un elemento por descubrir. En cuanto a Meyer, su gráfico estaba arreglado de manera que no había huecos; y él mismo confesó más tarde que nunca hubiese tenido el valor de razonar como Mendeleiev. Éste llegó a afirmar que hasta podía predecir las propiedades de los elementos desconocidos, fijándose en las propiedades de los demás elementos de la columna en que estaba el hueco. Escogió en particular los huecos que quedaban bajo los elementos aluminio, boro y silicio, en sus tablas primitivas. Esos huecos, dijo, indican elementos por descubrir; los llamó provisionalmente «eka-aluminio», «eka-boro» y «eka-silicio». Se consideró, por ejemplo, el eka-aluminio. Juzgando por el resto de la columna y por su situación general en la lista, Mendeleiev dedujo que su masa atómicaestaría alrededor de 68;  


Ante esto, la reacción del mundo químico registró desde la risa de indulgente burla al bufido de desprecio. Bastante mal estaba jugar con los elementos, edificando con ellos complicadas estructuras; pero describir elementos que nadie había visto, basándose en esas estructuras, parecía misticismo y nada más, cuando no charlatanería.
Lecoq de Boisbaudran en febrero de 1874, sometió un mineral y descubrió un nuevo elemento. En cuanto se anunció esto, Mendeleiev, desde la remota Rusia, proclamó muy excitado que lo descrito por Lecoq de Boisbaudran era precisamente el eka-aluminio, que él había deducido de su tabla periódica, cinco años antes. El mundo científico quedó estupefacto.
Las propiedades del eka-alumnio, predichas por Mendeleiev, corrían impresas; las descritas por Lecoq de Boisbaudran, de su nuevo elemento, corrían impresas también. Ambas coincidían casi exactamente en todos los detalles. No era posible negarlo: tenía que estar en lo cierto Mendeleiev. La tabla periódica tenía que ser una descripción útil del orden y sencillez ocultos tras los elementos. Por si alguna duda quedaba, los otros elementos predichos por Mendeleiev fueron descubiertos también a los pocos años, y sus predicciones coinciden también con la realidad. Así como antes todo el ridículo cayó sobre Mendeleiev y no sobre Meyer, ahora en cambio Mendeleiev acaparó toda la fama.




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